La noche en el hospital se estaba haciendo eterna, pero por suerte para esta enfermera japonesa su jefe estaba por allí dispuesto a hacerle pasar un buen rato. Los dos se metieron en una habitación y pronto empezaron a hacer guarradas, donde la asiática pudo gozar de como saboreaba su coño, para luego follársela con todas sus fuerzas y dejar su chochito peludo bien mojado.
